martes, 23 de agosto de 2011

PROYECTO LHC


GINEBRA. A 100 metros bajo tierra, el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, según las siglas inglesas), el mayor instrumento científico jamás construido, emerge como una catedral de cables y acero dispuesta a arrancar los secretos de la creación del universo a partir de este verano desde un lugar de la campiña suiza. «Es una sensación fantástica, como esperar un bebé que va a nacer, salvo que ha tardado 19 años en vez de nueve meses», comenta entusiasmado Daniel Denegri, responsable de CMS.
El CMS es uno de los experimentos de la física de partículas preparados por el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN) dentro del proyecto Gran Colisionador de Hadrones, en el que han trabajado más de 10.000 investigadores.
Entre julio y agosto, dos haces de protones se cruzarán a una velocidad próxima a la de la luz en el interior de un túnel de 27 kilómetros de circunferencia bajo la frontera franco-suiza.
En cuatro puntos, estos haces chocarán entre sí en enormes colisionadores cuya misión consiste en analizar cada segundo las partículas resultantes de la colisión de dos mil millones de protones en condiciones semejantes a las registradas justo después del big bang.
El helio líquido enfría los imanes superconductores hasta los -271 grados, que son los que se encargan de orientar los haces, el uno hacia el otro. Dentro de los colisionadores, la temperatura superará a la del Sol.

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